Locos por Dios

Queda claro que para el mundo los cristianos estamos locos. No entienden por qué hemos tomado la decisión de seguir a Cristo, mucho menos, de amarlo por sobre todo. En su visión soberbia de las cosas, nos juzgan como si viviéramos en una burbuja de irrealidad mientras se arrogan ellos la sabiduría y el razonamiento. Pero ya lo dice Romanos 1:22: «Profesando ser sabios, se hicieron necios».

Las objeciones de los incrédulos son muchas. Al no creer en Dios, piensan que somos insensatos como creyentes en una fábula o mito. No entra en sus cabezas que hayamos encontrado la verdad en Dios todopoderoso. Simplemente no lo comprenden. Como muchos de ellos son materialistas, nada de lo que ocurra más allá de sus narices tiene sentido. Solo creen en lo que ven, en lo que pueden tocar. Lo espiritual es abstracto y está supeditado a subjetividades. Por ende, creer en Dios entra —para ellos— en la misma categoría que creer en Santa Claus, en los elfos, en el abominable hombre de las nieves o en Pie Grande.

Cuando comprueban la devoción del creyente por Cristo, no dudan en colgarle el cartel de fanático. Asumen que la fe del que cree es ciega y que su misión de evangelizar es producto de una distorsión maníaca que ha enajenado su mente y lo mueve a interferir en la paz de quienes se sienten bien sin Dios.

Es por eso que, frecuentemente, recurren a la burla y a la discriminación. Así como a la intolerancia (aún cuando reclaman tolerancia si el tema los toca de cerca o está de moda o es políticamente correcto. Muy conveniente, ¿no?). Un ejemplo de este discurso de odio y desprecio involucra a Richard Dawkins, tal vez el ateo más visible de nuestros tiempos, quien llegó al extremo de hacer un llamado público para atacar y ridiculizar a los cristianos.

Cuesta entender que haya ateos tan beligerantes, que dedican sus vidas enteras a menospreciar a Dios y a sus seguidores. Y es que en el fondo los incomodamos. Si el discurso cristiano les fuera indiferente, si lo vieran a distancia como cualquier otra línea de pensamiento o ideología, serían únicamente observadores respetuosos y no iracundos militantes anti. Podrán excusarse diciendo que el cristianismo ha protagonizado hechos lamentables en la historia y que en estos tiempos representa un retroceso en el aspecto social. Y que ello los empuja a petardear cristianos y a hacer escarnio de sus creencias. Pero esas excusas son sesgadas, pues ni Dios es responsable por las atrocidades que el hombre ha hecho en su nombre, ni la doctrina cristiana bíblica (y verdadera) trae consigo elementos que objetivamente podamos catalogar de negativos o perniciosos (salvo que quieran sacar de contexto algunos pasajes de las escrituras para fraguar argumentos universales y falsamente tendenciosos).

Como sea, el mundo incrédulo nos juzga de locos, fanáticos, irracionales, obtusos y más.

¿Cuál es nuestra respuesta? Si estamos locos, es que lo estamos por Cristo. Por su amor incondicional. Por su sabiduría y grandeza. Es una locura incomprensible para los que no creen.

1 Corintios 1:18 dice: «Porque la palabra de la cruz es necedad para los que se pierden, pero para nosotros los salvos es poder de Dios».

Mientras que 2 Corintios 5:13 señala: «Porque si estamos locos, es para Dios; y si somos cuerdos, es para vosotros».

Las visiones del mundo y de los que estamos en Cristo son, pues, incompatibles. Para ellos, estamos locos (obviamente, en un sentido peyorativo). Pero para Cristo, estamos felizmente locos por Él. ¿Y cómo no estarlo, si nos amó de tal manera, que dio a su hijo unigénito —Jesús— para que todo aquel que en Él cree no se pierda, mas tenga vida eterna (Juan 3:16)?

¡Bendita locura!

Una respuesta a “Locos por Dios”

  1. Llevar una vida cristiana es de verdad muchas veces incomprendida en estos tiempos, en especial por gente vacía de FE y en algunos casos, con claros signos de traumas psicológicos de diversa índole ante la espiritualidad, que no solo los hace incapaces de comprender la existencia de DIOS y negarla por todos los medios que disponen sino también atacando (incluso físicamente a los creyentes, a las iglesias y signos religiosos, y hasta rechazar las acciones de solidaridad que emprenden muchos creyentes como testimonio de su FE. Se ha perdido entonces gran parte del respeto que debe existir siempre entre los seres humanos, no podemos decir que si nos diferenciamos en algo entonces debemos ser enemigos a muerte, menos aún en un aspecto que en nada afecta el mundo material del que se ufanan los ateos o no? Si todo es material, entonces ¿En qué les afecta mi FE? es que acaso al rechazar la FE del prójimo con tanto encono demuestran. paradógicamente, que su pelea es entre su materialismo y naturaleza espiritual, la que buscan negar, pero al no poderlo hacer, les duele el testimonio de FE de otros? (Eso deben responderse con total sinceridad ellos mismos ante el espejo de su conciencia)
    Por otro lado, NO logro entender muchas veces cómo es que para muchos resulta inconsistente que las personas creyentes puedan llevar una vida normal en estos tiempos, realizando las actividades más comunes como estudiar, trabajar, divertirse, viajar y demás; ya que para muchos críticos de balcón, el ser creyente y practicante involucraría una suerte de alejamiento de todo eso e incluso de sus familiares y amistades que no comparten su FE, y más bien recluirse en centros de oración de por vida, nada más atrasado y medioeval… La FE es una gracia que permite al ser humano comprender mucho mejor su cosmovisión del mundo y vivir en armonía con DIOS, siendo coherente y procurando hacer en su propia vida, testimonio de la palabra de Dios según las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo, quien es nuestra verdadera fuerza ante todos los ataques y afrentas que recibimos por el simple hecho de creer…

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